Quiero compartirles este corto ensayo sobre esta mujer por que estoy segura que así como Dios reveló cosas a mi vida, también puede hacerlo en la de ustedes.
Siempre a Sus pies
María era hermana de Martha y Lázaro una familia
que vivía en Betania, una aldea a unos 4km al este del templo en Jerusalén, en
la cuesta oriental del Monte de los Olivos.
Estos hermanos amaban al Señor, Jesús solía parar
en su casa a descansar y compartir allí con ellos y con quienes le seguían,
eran sus amigos!
María al parecer era la menor de los tres hermanos
y es mencionada 3 veces en los evangelios. En este ensayo, estudiaremos esos tres
momentos importantes en la vida de María que nos revelan como era su relación
con Dios.
A los pies de Jesús para adorar
Lucas 10:38-42
V 42 “Pero
solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le
será quitada”
En este pasaje podemos ver una María que prioriza
su relación con Dios, en contraste con su hermana que “afanada y turbada” esta
con muchas cosas por hacer, María ejemplifica perfectamente la única cosa
necesaria y tiene que ver más con una actitud
de adoración, es una decisión voluntaria, es querer escuchar con mente
abierta y corazón dispuesto las palabras de Jesús. María reconocía que era
necesario adorar para poder mantener una relación con Dios, es por eso que
corre a sentarse a los pies del maestro. En
la época de Jesús era común que los rabinos se sentaran en una silla alta y los
estudiantes los rodearan en el suelo en actitud de humildad para aprender sobre la sabiduría de sus maestros, así
mismo la actitud de María nos permite reconocer autoridad que le atribuye a
Jesús sobre ella y sobre todo, el respeto, pero me atrevería a decir que es un
respeto que se basa en el amor y el deseo de pasar tiempo con su maestro
aprendiendo en adoración.
El escuchar las palabras de Jesús nos permite
aprender no sólo sobre el mismo, sino sobre todo lo que Dios tiene preparado
para cada uno de nosotros, nos permite aceptar nuestra condición de pecadores y
nos lleva a reconocer nuestra necesidad de Él.
A los pies de Jesús llorando
Juan 11:1-44
V 32 “María, cuando llegó donde estaba Jesús, al
verle, se postró en sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no
habría muerto mi hermano”
María se encontraba atravesando una situación de
profunda tristeza, la muerte de su hermano Lázaro, su reacción al ver a Jesús
inmediatamente fue postrarse a sus pies y derramo un lamento entre lagrimas, no
lo veamos como una queja, más bien es una declaración de lo mucho que ella confiaba en Jesús. María nos permite
entender que su relación con Dios estaba basada en una confianza sincera, no había nada más que hubiera podido curar a su
hermano que la presencia de Jesús, nos recuerda que aún en medio de aflicciones
y tribulaciones nuestra relación con Dios debe permanecer firme y es a Él a quién debemos dirigir también
nuestras lagrimas, tristezas y fracasos.
Nuestra relación con Dios debe dar testimonio a
otros de nuestra fe y sobre todo en los momentos donde más débiles y tristes
nos sentimos, las aflicciones son parte de nuestra vida, pero Jesús es nuestra
pronta ayuda, y así como vemos en esta historia, después de la actitud de María
ante Jesús, ocurrió un milagro y muchos judíos que tan sólo observaban la
escena creyeron en Él.
A los pies de Jesús para agradecer
Juan 12:1-8
V 3 “Entonces María tomó una libra de perfume de
nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos, y la casa se
llenó del olor del perfume”
Nuevamente María se acercaba en silencio ante
Jesús y derramaba perfume en sus pies, un perfume tan costoso como el salario
de un jornalero durante un año, quizá para muchos fue una locura como para
Judas Iscariote, quién aterrado por la acción de María sugirió venderlo para
sacarle dinero. Pero para María esta acción representaba todo, entregaba todo lo que tenía, al único
que lo merecía: Jesús.
María nos muestra una relación en la que se da sin
medida, entregando absolutamente todo, hasta lo más preciado y costoso que
tenía, un acto nuevamente de humildad pero también de devoción.
María de Betania nos enseña en tres rápidos
momentos como era su relación con el Señor, una relación que nos permite
entender la adoración, la confianza, la devoción, la gratitud de un corazón que
entiende que se encuentra frente a su Salvador.
Ella dedicaba tiempo escuchando el corazón de
Jesús, conociendo sus mandamientos, sus enseñanzas, aprendiendo tal vez
concejos prácticos para su vida cotidiana, nos invita a desear lo mismo, nos
reta a mejorar nuestro tiempo con Dios a direccionar nuevamente nuestra mirada
hacia lo verdaderamente importante: Cristo.
Estoy completamente segura que María como
cualquier ser humano, como tu y yo, quizá sintió desfallecer, pero lo que me
hace admirar a María y es mi punto de reflexión en este momento, es que ella
entendía claramente frente a quién se encontraba, amaba la presencia de Jesús y
le daba todo el valor e importancia, comprendía que era el hijo de Dios y que
fuera de Él no estaba segura, ni tranquila.
María nos muestra una relación con Dios que
personalmente me invita a revaluar mis prioridades, me reta a reflexionar sobre
lo que le estoy entregando a Dios de mi vida, de mi tiempo, de mis finanzas, de
mis pensamientos y me invita claramente a querer conocer más a ese Jesús
amoroso, fiel, misericordioso y hacedor de milagros.
Se trata de Jesús!
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